No, no hablaré de lo primero que pasó por tu mente, es mucho peor que eso.
¿Sabes realmente por qué te masturbas, por qué eres impulsivo, por qué mientes, por qué tienes la pulsión de revisar por enésima vez tus redes sociales, por qué comes lo que no necesitas?
En resumen, porque entre tantas, la lista de cosas que acabo de hacerte, son súper dañinas pero sirven para distraerte de que en el fondo no te sientes feliz.
Y no, no sólo tienes que dejar de masturbarte, debes dejar todo aquello que sin darte cuenta utilizas para evadir el estado actual de tu vida.
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Piénsalo de esta forma: Tú tienes una razón de ser, una misión de vida. Hay algo en lo más profundo de ti que de verdad te ilusiona.
Ese algo que añoras con tanta pasión, amor, y ganas, nunca es inmediato, no es fácil y da por hecho que jamás va a ser gratis.
Cuesta, por lo menos bastante tiempo, energía, esfuerzo, enfoque, inteligencia, experiencia…
Ahora, ¿sabes dónde está la trampa?, en que es terriblemente fácil voltear hacia otro lado y conformarte con mucho menos cuando ves que lo que quieres, cuesta.
Es bien fácil evadir el reto y perder de vista lo que quieres, una, dos, tres, y luego tantas veces que ya ni te das cuenta que lo haces.
Si te acostumbras a esto, a evadir lo que realmente quieres porque cuesta, moriste. Despídete de volver a sentir una genuina sensación de triunfo.
Olvídate de darle a tu mente y a tu cuerpo una verdadera dosis de éxito, de lo que para ti sea éxito.
Hazlo. Renuncia a cual sea que sea tu razón de existir, fállate a ti mismo, falla a tu misión de vida y crearás un enorme vacío en ella.
Y entonces… ¿Qué haces aquí?, ¿para qué estás?, ¿dónde están tus motivos?, ¿cuál es tu razón de ser?
Ninguna. Estás aquí, estás vivo, existes físicamente, pero es como si no estuvieras. Estás, pero no cumpliéndote.
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Si te preguntas cómo alguien puede llegar a tal punto de infelicidad que algún día considere dejar de vivir, es esto.
Y eso no es lo peor, te diré qué es lo peor porque además la gente nunca lo nota, incluso muere sin haber sabido que se hizo esto.
Ese vacío, donde debería estar tu éxito, donde deberían vivir tus triunfos, sí vas a llenarlo, pero no de éxitos y triunfos sino de algo muy distinto.
Vas a llenarlo de una apestosa infinita colección de vicios y placeres placebo que atraen pero no son buenos.
De algo forrado con papel brillante y llamativo que nunca llenará el vacío sino que lo hará más grande.
De una interminable lista de acciones adictivas que te consumirán y harán tu realidad devastadora.
¿Qué realidad? Que olvidaste tu razón de ser, tus motivos para estar aquí, que renunciaste a tu misión de vida, que te abandonaste… ¿y para qué?
Para masturbarte compulsivamente porque hace mucho que estás solo.
Para comer alimentos que deforman tu cuerpo, destruyen tu salud y te roban la energía, pero son fáciles, baratos, accesibles, y deliciosos distractores.
Para ver si eres cinco o cincuenta likes más popular, porque necesitas comprobar que eres socialmente relevante, porque olvidaste que la vida real es ahí, ahora, en donde estás, con quien estás.
Para levantar tu celular por enésima vez en el día sin saber para qué, porque la costumbre de tomarlo cuando no es necesario, cuando no es importante y cuando ni si quiera sabes para qué, se volvió más fuerte que tú.
Para mentir, porque es la alternativa más fácil cuando se renuncia al carácter, y porque construir, enfrentar o hacerte responsable requiere más valor.
Para explotar de ira, porque eso crea una breve sensación de libertad, de poder, de pseudo-justicia, muchísimo más fácil que desarrollar inteligencia.
Ya sabes. Los pequeños placeres vacíos de quienes perdieron el valor y la voluntad de ir por los grandes.
Decide qué placeres prefieres, pero elige bien porque si lo haces mal, estarás gradualmente más solo, vacío, dañado, herido, y triste.
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Habiendo tantos placeres instantáneos, fáciles, accesibles, que no cuestan ni requieren mérito… ¿por qué alguien se resistiría a ellos para ir por todo lo que realmente importa?
Pues, ¿la verdad?, porque todo lo que importa, es lo único que tiene el verdadero potencial de satisfacerte, de hacerte sentir orgulloso de ti, de hacerte feliz…
Ahí está tu misión de vida, ahí están los triunfos y éxitos que más deseas.
Así que la próxima vez que notes una fuerte compulsión por masturbarte, por mal comer, por levantar tu celular por enésima vez, o por mentir, entre tantas, contrólate.
Evita la pulsión, resiste, aguanta, eres más que eso. No sigas canjeando el éxito que deseas y te debes, por placeres placebo.
No vuelvas a caer en la trampa de llenar un vacío con un vicio que dejará un vacío todavía peor y más grande.
Y no, no te reproches por sentir pulsiones como esas aunque parezcan enormes, sólo no permitas que ellas te controlen a ti.
Si escuchas bien, lo que realmente sientes y grita en el fondo de ti es un reclamo justo de triunfos, de alegría, de compañía, de cambios, de fortaleza, de superación.
Lo que en el fondo sientes dentro de ti es hambre de éxito, tu éxito.
Si tu próxima acción sólo aporta un diminuto placer, instantáneo, fugaz, fácil, es placebo. Eso no es lo que quieres.
Si en cambio contribuye a alcanzar tu misión de vida y lo que realmente quieres para ti, ese sí es el camino. No vuelvas a equivocarte. ¡Arre!
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