Imagina que vas a cierto restaurante por primera vez. El menú tiene un montón de platillos que no conoces. Hay muchas opciones, y en vez de analizarlas todas, te centras en las que sobresalen: La especialidad de la casa, las recomendaciones del chef, las que vienen acompañadas de una imagen sugestiva.
Aunque no sabes mucho sobre los demás platos, las opciones destacadas te parecen confiables, casi como si no tuvieras que pensar demasiado ni decidir tú, porque alguien más ya decidió por ti.
¿Por qué pasa esto? Porque el contexto en el que ves las opciones que tienes cambia completamente cómo las percibes.
Esto no solo pasa en un restaurante, esto pasa todo el tiempo con cada decisión consciente o inconsciente que tomas en la vida. El contexto y el entorno influyen absolutamente en tu comportamiento, casi toman la decisión por ti.
El punto es que, tú puedes usar esto a tu favor. Si cambias el contexto, puedes cambiar el comportamiento de las personas que te rodean sin tener que esforzarte por convencerlas directamente.
Cuando tomamos decisiones, nuestro cerebro busca atajos, busca maneras fáciles de tomar la elección sin tener que analizar las opciones. Bueno, pues el contexto determina qué atajos tomamos.
Si tú puedes diseñar el contexto en el que los demás toman sus decisiones, entonces tienes gran capacidad de influirles sin que se den cuenta.
Por ejemplo, si quieres convencer a alguien de que acepte una idea o propuesta, deberías presentarle tu idea en un ambiente que le resulte cómodo y familiar. Un lugar que no genere resistencias, que no levante defensas y donde se sentiría más inclinado a estar de acuerdo.
En algunos ámbitos de negociaciones sofisticadas, los que están buscando influir en los otros consideran incluso los ángulos en que la gente se sienta a la mesa. Si, por ejemplo, el que quiere venderte algo, termina sentado junto a los que tú confías y tú los ves agrupados, te dará más confianza.
No solo importan las ideas o lo que se dice, sino, el entorno en el que se dice.
Imagina los contextos totalmente distintos de una reunión relajada informal contra una discusión tensa en una sala de juntas. De hecho, siempre has visto en películas, que las decisiones cruciales se toman en una reuniones informales, y no es casualidad.
El simple contexto hace que la situación se perciba distinta, y predispone a la gente a actuar diferente.
Esto también funciona a nivel personal. Si quieres influir en el comportamiento de alguien cercano a ti, ya sea un amigo, un familiar, tu pareja, en lugar de darle toda la atención a lo que quieres decir o lo que quieres que hagan o cambien, enfócate en el entorno en el que vas a decirlo.
Elimina del entorno los factores que promuevan lo que no quieres y reemplázalos por otros que estimulen y promuevan lo que sí. Así el entorno hará el trabajo por ti. Pero no solo funciona con otros, también funciona para ti mismo.
Si te das cuenta de que estás luchando por cambiar algún hábito o actitud y sigues sin conseguirlo, no solo te centres en tu fuerza de voluntad, sino que pon atención al contexto en el que lo estás intentando.
Muchas veces lo que te frena no es tu falta de voluntad sino el contexto mal diseñado en el que sigues cayendo sin darte cuenta.
Cambia tu entorno, cambia lo que ves fácilmente, cambia los estímulos que tu cerebro todo el tiempo recibe. Haz que las acciones que quieres evitar sean difíciles, y las que quieres promover sean más fáciles.
Un ejemplo ulta simple: Si antes de dormir, pones el celular más lejos, y para tomarlo tienes que levantarte, y el libro que quieres terminar de leer más cerca, tal que solo tengas que estirar la mano, entonces lo vas a tomar.
Entonces no fue fuerza de voluntad lo que te hizo tomar una mejor decisión, sino, paradójicamente, fue la falta de voluntad de tener que levantarte, lo que te hizo tomar la mejor decisión.
La mayoría de la gente que fracasa al intentar cambios es porque le apuestan únicamente a la voluntad sin darse cuenta del poder que tiene el contexto en el que están. Y entonces, fracasan.
Como no tienen en su radar el contexto, porque no se dan cuenta, entonces creen que los culpables son ellos, porque no pueden, porque no tienen fuerza de voluntad, porque no son capaces, porque no sirven.
¿Intentaste dieta, gimnasio, quitar malos hábitos, mejorar tus relaciones y no funcionó? Quizás sí podías, simplemente tu entorno estaba mal diseñado.
Sí podías, y terminaste frustrado convencido de que no eras capaz. Ese es otro tema y lo hablaremos en otro momento:
Si tú siempre achacas lo que te pasa en la vida, o sea, tus resultados, a tu propia capacidad y valía, entonces cada que fracases en algo te sentirás menos capaz y valioso. Y entonces cada vez serás menos capaz de ver cuáles eran los verdaderos errores, porque siempre creerás que se trata de ti, cada vez más frustrado contigo, pero más convencido de lo incapaz que eres.
Y cuando te va mal en el amor, es que “tú das asco”, o los demás “dan asco”, por eso te va, y siempre te irá mal. O sea, te tragas conclusiones destructivas equivocadas que van a cambiarte la vida. Y eran: Equivocadas.
Aprendiste lecciones destructivas y estúpidas con las que vas a guiarte en la vida, y van a llevarte al final a un gran lugar, o a un pésimo lugar, y eran: Equivocadas.
Si esto te pasa y quieres cambiarlo, entra a mi página y descarga mi libro “imparable-mente”.
¿La verdad? Te lo recomiendo, porque si no entiendes esto, puede que jamás de te des cuenta de que, de haber ajustado unos mínimos detalles, toda tu historia en el amor habría sido distinta.
En fin. La próxima vez que enfrentes situaciones en las que quieras tener poder de influir: En trabajo, en negocios, con seres cercanos, o contigo mismo… no vuelvas a cometer el error de creer que todo se trata de palabras o acciones.
En vez de eso, reflexiona bien sobre cómo el contexto va a influir. Y tanto como esté en tus manos, cámbialo, para que facilite y promueva lo que sí quieres lograr.
No solo lo vas a lograr más fácil, sino que la gente y tú mismo van a salir más contentos de ahí, pues las cosas no resultarán rígidas y difíciles, sino que parecerá que todos estaban buscando el mismo objetivo.
Esto es inteligencia social. ¿Imaginas qué tanto podrías cambiar tu entorno y tus relaciones si lo aplicaras todo el tiempo?
Jamás olvides que el cerebro no está procesando solo palabras, sino todos y cada uno de los estímulos que haya en todo el contexto.
La mayoría de las resistencias usualmente están en el contexto. La mayoría de los factores que promoverían lo que tú quieres lograr también están en el contexto. Si cambias el contexto, entonces, convertirás un camino tenso y difícil en uno fácil y agradable y nadie sabrá que lo hiciste.
La mayoría de las cosas que suceden en la mente de las personas son invisibles para ellas. La mayoría de la gente no está entrenada para detectar esto, sólo siguen la inercia.
Pero, el que la gente no sepa todo lo que pasa en su cerebro y cómo les mueve en una u otra dirección no cambia cómo funciona. De hecho, funciona más entre menos la gente lo note.
Conclusión: Cambia el contexto, y cambiarás el comportamiento de los demás, incluso de ti mismo.