Cómo Triunfar Ante La Adversidad – No Te Olvides De Quién Eres

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El mundo no va a esperarte, al mundo no le importa si estás o no estás listo, la gente no va a detenerse por ti. Sin ti, el mundo continuará, pero contigo, ese mundo será diferente.

Así que puedes tropezar, puedes tomarte un descanso, puedes perder una batalla. Puedes explotar a veces porque no encuentras la salida, pero tienes que levantarte de nuevo.

Vas a recuperarte y volverás a ser tu máxima esencia, tu mejor versión. Si ya lo hiciste antes, puedes hacerlo de nuevo.

¿Recuerdas cuánto amas sobresalir, cuánto amas ayudar a los demás? ¿O cuánto amas superar un reto deportivo o académico tras haber luchado por ello?

Tienes que recordar que tú haces la diferencia, y saber que sin ti, sería distinto. Porque tú iluminas, tú haces falta y alguien siempre te necesita.

Aunque lo intentaran un millón de veces, nadie podría igualarte.

Eres la mejor persona en ser tú y nadie puede superarte en eso. Eres más grande de lo que te permites creer, tienes más poder del que sabes que tienes. Y hay un montón de cosas que todavía no sabes que sólo tú puedes hacer.

Hay personas orgullosas de ti que amarían verte triunfar, te lo debes a ti primero, pero también se lo debes a ellos.

Tienes el poder de cumplir tus promesas, de dar de ti lo que nadie más puede. Tienes el poder de hacer que si esa persona que ya no está, aún estuviera, se sintiera feliz, orgullosa y sorprendida por ti. Tienes el poder de amar, de perdonar, de ser más grande, de intentarlo de nuevo.

Puedes volver a la batalla y la oportunidad está ahí, ahora. La universidad, el gimnasio, tus proyectos, los retos… Todas las opciones y tus mejores decisiones también están ahí.

¿Cuánto más las harás esperar?

El mundo te necesita, las personas te necesitan, quienes te aman, tu familia y tu vocación también te necesitan. Y tú necesitas salir de cualquier burbuja o mundo gris en el que te hayas detenido.

¿De verdad vas a olvidar quién eres?

Necesitas verte sonreír de nuevo, con la ilusión con que solías hacerlo. Necesitas tu ambición, tu encanto y tu talento de vuelta.

El mundo necesita tus ocurrencias, tus tonterías, tu simpleza, tu creatividad, tus frases absurdamente divertidas.

No olvides el potencial que tienes, ni tu esencia ni el brillo que nace de ti.

Claro que el mundo es duro, y hay pérdidas, y obstáculos. Hay ciclos que se terminan, malas noticias, personas que se van y algunas a veces para no volver. Pero tú eres más grande que todo eso, y si no lo eres, vas a serlo, ahora mismo.

El mundo real, la vida real, el mundo de allá afuera, a veces es gris, a veces traiciona y otras veces falla. Las gente falla, las personas nos equivocamos, eso no significa que tú tengas que fallarte.

Quieras o no, estás en el juego de vivir en el mundo real, para jugarlo debes entender sus reglas y sus reglas son frías. Puede que también sean crueles, injustas, superficiales y egoístas a veces, muchas veces. Entenderlas no significa que tengas que transformarte en ellas.

Que los errores de los demás no te conviertan en miedo, en odio o frustración, tal como nadar no te convierte en agua.

La configuración de situaciones que te hicieron creer que no podías, las personas que se burlaron o las que no supieron creer en ti, no importan. No dejes que el mundo y su versión gris, apaguen tu brillo.

De la misma manera en la que al caminar evitas pisar basura para no llevarla embarrada en los zapatos, así será con la vida. Habrá basura en el camino, pero evita pisarla, y si la pisas, no te permitas llevarla contigo.

No sé si ahora mismo estés brillando, no puedo verte, pero en algún momento, tú iluminabas el mundo. Tu ambición estaba dirigida hacia romper los límites, y eso no ha cambiado.

Tú eres esa persona ridícula, graciosa, mágica, sincera y brillante que se diferenciaba de todo, y aún tienes ese talento.

No le temas a brillar, tampoco le temas a llorar, a fracasar algunas veces, a sentirte débil o frágil de vez en cuando. Todos tenemos un poco de eso y hasta la tristeza es útil, es liberadora, es un desahogo. Es una forma de expresar que el vaso se llenó y había que vaciarlo de nuevo.

Tropezar, algunas veces es la oportunidad perfecta para recuperar fuerza y volver a levantarte. Porque vas a levantarte, de nuevo, porque no te vas a detener. Tampoco van a detenerte los demás, ni sus errores, ni sus palabras o sus malas intenciones.

Somos humanos, nos equivocamos tanto como necesitamos aprender, y somos tan grandes como podemos serlo. No odies, no culpes, no te lamentes, no te rindas, no te detengas y no te dejes caer.

¿Recuerdas ese gran plan o esa gran ambición que emprendiste?

Lo ambicionabas porque sabías que era posible, que podías hacerlo. Y si acaso lo dejaste, talvez fue porque al intentarlo te noqueó algunas veces. Pero eso no significaba que no pudieras, sino que estabas andando el camino hacia lograrlo.

Vuelve a la lucha hoy mismo, continúa, levántate y empieza de nuevo. Nadie dijo que no sería pesado, nadie dijo que no costaría, nadie dijo que sería fácil.

Vamos, hay alguien que cree en ti ¿lo recuerdas? Y aún si no lo hubiera ¿No sería un buen reto aprovecharlo y llegar hasta el final a pesar de ello?

Unos necesitan suerte, unos se pueden permitir esperar a ver si la suerte los lleva, tú no, tú lo harás con tus propias manos. Con tu propio sudor y a base de ir sumando días, un día a la vez.

No te olvides de que tú querías volar, no te olvides de que tienes alas. No se ven, no son aerodinámicas y no pueden hacerte flotar en el aire, no están hechas de plumas o de acero. Están hechas de voluntad, de ganas, de amor, de ambición, de inteligencia, de disciplina. De trabajo constante, de un montón de veces en las que sólo querrás rendirte, de lágrimas inclusive.

Pero no vas a rendirte, y aun cuando a veces habrá lágrimas, seguirás subiendo a pesar de ellas, con ellas.

No olvides esa sensación de triunfo y de que podías comerte el mundo, cuando alcanzabas una nueva meta. No olvides la sensación de que nadie podía detenerte, de que sí, te costaba, pero al final siempre lo lograbas.

Y esta vez no será diferente.

No olvides la satisfacción de sentir tu ropa empapada de sudor después de entrenar. No olvides el rico dolor en tus músculos que te hacía reír y quejarte a la vez. No olvides el placer de acostarte a descansar y empezar a dormir tan solo un segundo después de haber tocado la cama. No olvides lo excitante de leer otro buen libro. No olvides que a veces las ganas de rendirte, sólo significan que por hoy, ya diste todo lo físicamente posible. Y que es hora de descansar para no colapsar y para volver a darlo todo, mañana.

Que cumplir años, te dé lecciones, te brinde experiencia, te enseñe trucos y atajos. Que cumplir años te haga más grande, más hábil y te dé más astucia y más pericia. Pero que no te robe la ambición, la juventud, las ganas, el amor, la curiosidad o la magia.

Si no vuelas, jamás será porque no podías, sino porque aceptaste rendirte.

Cuesta ¿Alguna vez creíste que no? ¿Alguien dijo que no costaría? Nadie lo dijo, nadie dijo que no iba a doler, pero escucha muy bien:

A veces, es a partir del dolor, de donde nacen las cosas más maravillosas. A veces, del dolor nace el coraje para levantarte de nuevo, todas las veces que sea necesario.

Arriba, ahora.

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Hasta el viernes, y recuerda que todo lo que haces te convierte en quien realmente eres.

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