Cuándo te sientas perdido. Cuando sientas que la vida se desmorona. Cuando las cosas no salgan bien. Cuando no sepas qué va a pasar. Cuándo sufras de amor. Cuando pase algo muy malo. Entiende esto:
La mayoría huye del caos. Le temen. Lo evitan. Les da miedo. Pero no debería.
Si, podría incomodarte. Y también podría ser tu gran oportunidad. Suena contradictorio, lo sé. Sé que tú no lo sientes así. Así no se ve cuando la vida se pone difícil.
Pero escucha: El caos no es otra cosa que cambios que suceden muy rápido. Y los cambios siempre pueden ser buenos, si tú los sabes aprovechar.
Cuando todo es estable y predecible, no tienes porque cambiar, y si no cambias, te estancas. Entonces te vuelves complaciente contigo. Dejas de ser ambicioso. Dejas de crecer, de soñar. Y un mejor futuro tuyo se muere.
El caos, en cambio, te saca de tu zona de confort. Te obliga a adaptarte a nuevas dificultades. Te exige que evoluciones, que subas de nivel.
A él no le importa si no quieres, si aun no estás listo o si te da miedo. El caos sólo te da la oportunidad, y lo que hagas con ella, es tu problema.
Este es mi consejo: No llores, no culpes, no sientas lástima por ti. Y aprovéchalo.
En el caos están las oportunidades. Allí habrá caminos que nunca tomarías, y en ellos, posibilidades que ni siquiera imaginarías.
El caos está ahí para que destruyas lo viejo de ti y des paso a lo nuevo. Porque lo viejo no soporta los cambios, a lo viejo le da miedo lo nuevo. Y lo viejo de ti jamás va a hacerte vivir cosas nuevas.
Sí. Claro que el caos incomoda, asusta, genera inseguridad e incertidumbre. También paraliza. Pero sentir eso, y aún así avanzar… ese es el precio a pagar si quieres crecer.
O pregúntate: ¿Alguna vez mejoraste en cualquier cosa sin incomodarte, o sin enfrentar a cosas que preferías evitar? ¿Algunas vez, cómodo, acostadito, en tu lugar seguro, lograste algo que te hiciera sentir orgulloso de ti? Nunca.
Cuando haya caos, puedes verlo como amenaza, o como un puente que da miedo cruzar pero lleva a donde quieres estar. Puedes paralizarte y rendirte porque te dio miedo, o intentar superarlo. Puedes simplemente sufrirlo, o aprovecharlo.
Piensa: ¿Qué haría cualquiera, el más gris, y qué actitud distinta vas a tomar tú? Porque no eres diferente del más gris si no actúas distinto de él.
Si enfrentas el caos, el caos te obligará a eliminar cada cosa de ti que sea frágil ahora, y forjar fortalezas en su lugar.
Si no…
¿De dónde van a surgir tus capacidades? ¿Cuándo vas a mostrar tu carácter? ¿Cuándo vas a descubrir aquello que tienes, y que no sabes que tienes? ¿Cuándo vas a dejar de distraerte con lo superficial y enfocarte en lo esencial? ¿Cuándo vas a definir prioridades? ¿Cuándo decidirás quién carajos quieres ser en la vida?
Sólo en el caos, en medio de cuando todo da miedo, en la turbulencia, puedes jugar a la vida real, a la de verdad, a la que va a exigirte desarrollar nuevas habilidades, o irte.
Si vas a aprender a pensar fuera de la caja, a ser creativo, a improvisar sobre la marcha… si vas a intentar lo que nunca, antes, habías hecho… eso sólo puede ser en medio del caos, lejos de donde estarías cómodo.
El caos revelará tu verdadero carácter. Ahí probarás tu temple. Esa será tu oportunidad de ver qué tanto resistes. Qué tanta fortaleza mental tienes. En la vida real, y no cuentos.
Cuando nada sea seguro, más que lo que tú hagas, entonces no te quedará otra cosa que apostar por ti. Y sólo entonces podrás empezar a creer en ti mismo. En tu coraje, tu intuición, tu capacidad de adaptarte.
Ningún mediocre enfrentaría el caos. Ninguno enfrentaría nunca creencias limitantes equivocadas sobre sí mismo. Ninguno se obligaría a tener que demostrar de qué carajo es capaz.
Pero tampoco encontraría su dirección en la vida. Ni sus valores más profundos. Ni sus convicciones más fuertes. Ni sus fortalezas más grandes. Ni su verdadero coraje. Ni nada de lo que realmente importa.
Si quieres crecer en la vida, tienes que soltar el control. Tienes que arriesgar lo que tienes. Tienes que aceptar las incertidumbres. Tienes que aprender a confiar en ti mismo. Tienes que intentarlo aunque no sepas cómo va a terminar.
En el caos descubrirás quiénes son tus verdaderos amigos. Cuáles eran las relaciones que realmente importaban. Quienes eran aquellas personas que de verdad valían la pena.
El caos te obligará a tomar decisiones. A dar saltos de fe. A asumir riesgos que jamás aparecerían de haber elegido estar cómodo. Pero también, el caos te hará conocer los lugares a los que jamás llegarías de haber preferido seguir cómodo.
Cuando nada es seguro, todo es posible. En el caos hay infinitas posibilidades. El caos te despierta, te sacude, te hace consciente y que tengas que estar concentrado y presente.
Tu fuerza interior nunca la encontrarás cuando todo esté en orden. La encontrarás en el caos. También tu verdadero poder. Y lo que quieres de ti y la vida.
El caos es la puerta a una mejor vida. A una versión mejorada de ti mismo y tu realidad. A nuevas habilidades y capacidades.
Así que la próxima vez que sientas que todo está del maldito carajo, recuerda: De ti depende que eso te destroce, o puedas ver que esa es la oportunidad.
Crecer, mejorar, alcanzar un mayor potencial, construir una mejor vida, o nada de esto…
Así que, decide: Al caos todo el mundo le teme, y casi nadie lo enfrenta y usa a su favor. ¿Qué harás tú?
Si vas a hacer cosas grandes, esta es la oportunidad. Tómala o déjala pasar.
Pero, que sepas que si la dejas pasar, ahora tendrás que enfrentar que fracasaste, que no lo intentaste. Igual va a doler y a ser difícil e incómodo. Pero, ¿a cambio de qué? A cambio de nada.
Hacerte chiquito, y quedarte chiquito, por nada, o enfrentar el caos, con gran posibilidad de crecer.
Tú decides.
¡Arre!
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