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Cuando arriesgas y fallas, cuando intentas algo y te equivocas, cuando haces el ridículo y te avergüenza… Duele.
Cuando caes o tropiezas. Cuando te enteras que no conoces el camino ni sus obstáculos. Cuando no dominas algo o cuando no sabes ni por dónde moverte porque nunca has estado ahí… Duele.
Cuando fracasas… Duele. Pero, ¿fracasar es ser un fracasado?, ¿o qué significa fracasar?
¿Qué eres incapaz? No. ¿Qué eres tonto o estúpido? No. ¿Qué eres o puedes menos que otros, que estás para menos, que mereces menos, que eres menos capaz? No. ¿Es algo qué ocultar o de qué avergonzarte? No, nada más lejos que todo esto.
Significa que lo estás intentado, que estás dispuesto, que estás ahí donde debes estar, que no te escondes ni te acobardas, que no te agachas.
Que tienes valor, ganas, coraje, un motor interno que no te dejaría huir sin intentarlo. Que quieres, que amas, que ambicionas, que sueñas, que tienes motivos, un puto propósito…
Que te atreves y te arriesgas, que aun sabiendo que puedes caer, eso no te detiene, que no huyes como la gente común…
Que tu ambición resultó más grande que tu mediocridad, que tu valentía supera tus miedos, que en tu lucha interna contra tus fantasmas, tú vences…
Que estás dirigiendo, asumiendo el control y no sólo dejando que la vida pase a ver qué resulta. Que estás aprendiendo, viviendo, ganando experiencia, creciendo, forjándote…
¿Qué significa fracasar? Fácil. Que no eres cobarde, que no te estás haciendo pendejo…
Esto sí significa, y aun así, hay quienes lo evitarán como sea. No están muertos, pero viviendo, viviendo, que se diga viviendo, tampoco están.
¿Quieres vivir? Bienvenidos los fracasos, no como muebles dónde acomodarte, sino como lecciones necesarias de vida de las cuales sacar experiencia, con las cuales forjarte y de las qué aprender y alimentar tu intelecto.
Fracasa, ¡chingada madre!, quítale el significado que estúpidamente le diste y dale este nuevo, que no eres cobarde ni te estás haciendo pendejo.
¿Fracaso? Bienvenido, y que el miedo no te defina, porque si por él fuera, por él, jamás habrías hecho ninguna de las cosas en tu vida que han valido la pena, ni las harías.
Atrévete, fracasa, levántate, aprende lo necesario y lo demás olvídalo, y a lo que sigue, y otra vez, y otra.
El fracaso sólo es malo si te vence, pero si no lo dejas vencerte, de ahí se construye tu experiencia, y con tu experiencia, tu éxito. ¡Arre!
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